miércoles, 23 de enero de 2008

Desamor

EL VIENTO EMPIEZA A SOPLAR

Pensarás que soy una cobarde
Porque huyo en vez de esperar
Pero es que más temprano que tarde
Sé que comenzaré a llorar

Y aunque no pretendí hacer alarde
De tener una gran voluntad
No me exijas que intente quedarme
Y ver a la fe agonizar

No me pidas que luche y me guarde
De buscar al pasado y soñar
Porque muerto el amor no hay baluarte
Que el esfuerzo pueda levantar

Y ahora sólo debo resignarme
Aceptar que se acerca el final
Sé que aún quedan rescoldos que arden
Pero el viento empieza a soplar

Pensarás que soy una cobarde
Porque huyo en vez de esperar
Sé que aún quedan rescoldos que arden
Pero el viento empieza a soplar

EL PRESAGIO DE LA NADA

Recuerdo las noches
noches desveladas por una pesadilla incierta
Todas las noches en las que tuve el miedo reverencial
a perderte
a no haberte tenido
a que tú no fueras nada en mi vida
ni un acierto, ni un error
Como el sueño truncado en despertar
que aquellas noches no se me concedió

Eran noches de tragedia latente
Noches mentirosas, con pena e ira
Y el deseo
Siempre el deseo
De que tú también tuvieras miedo
Por mí

Porque yo me sentía tan poco
Porque yo te sentía tanto
Te había dado todo
Con los ojos cerrados
Con los brazos abiertos
Y sobrevino la espera

¿Reirías por mí?
¿Llorarías por mí?
¿Lucharías por mí?
¿O sólo tendría el estupor
de quien no aguarda?

En mi miedo
Todo era posible
Y hoy es recuerdo
¿Lo recuerdo? Sí

La maldita noche
En la que tú tuviste miedo
Miedo
a perderme
a no haberme tenido
a que yo no fuera nada en tu vida
ni un acierto, ni un error
Como el azar del loco que adivina un atisbo de lucidez
Sin compasión ni esperanza

Cuando cayó una sóla lágrima de tu ojo ciego
Cuando me la mostraste con los brazos indefensos
Cuando esperaste

Ya era tarde

Porque el miedo sólo es
el presagio de la nada
Y lo recordaremos siempre
Así sellamos el final

A RAS DEL SUELO

¿Por qué siempre se ha ensalzado,
en la noche sin estrella,
el padecer del pretendiente,
alegre amor valiente
para la cruel damisela,
causa del dormitar desvelado?

Porque es una muerte sublime
la condición de quien entrega
su adoración ciega,
y el pecado redime.

¿Por qué siempre se ha olvidado,
en el día sin huella,
el padecer del remitente,
triste amor ausente
para un fiel centinela,
causa del despertar desdichado?

Porque es una vida horrible,
la condición de quien reniega
la esperanza nueva,
y al corazón oprime.

Merecen un poema
las personas enfermas
que al amor no esperan;
cuyas almas huecas
viven, mueren, sueñan,
pero nunca vuelan.

A ras del suelo.

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