sábado, 19 de enero de 2008

Madre Muerte

INOCENCIA

Hoy deseo evocar
el rumor del mar,
la pureza de la arena,
sin fosos ni cadenas.
Te podían guiar
la Estrella Polar,
o el cantar de las sirenas:
cosas malas, cosas buenas.

No sabía dubitar
ni horizontes atisbar.
La lección era sincera:
Blanco llueve, Negro truena.

Y calcinándome en la sal
aprendí a naufragar.
Conocí a la Gangrena,
fui manjar de las hienas.
Por quererme aventurar
y al destino retar,
cumpliré la penitencia,
pobre y débil Inocencia.

CÁNCER

Entre mis huesos y mi pellejo
no avanza hacia atrás, sino adentro, un cangrejo.
La plaga se extiende, se acerca el momento.
Lejos, muy lejos.

Me estoy comiendo.
Y así sigo creciendo.
Me estoy pudriendo.
Y así sigo creciendo.

Mis ojos parecen opacos espejos.
Mi carne se abre en brotes bermejos.
No queda rincón para mi aliento.
Lejos, muy lejos

Me estoy comiendo.
Y así sigo creciendo.
Me estoy pudriendo.
Y así sigo creciendo.

La muerte es su amante, empieza el cortejo.
Se toman su tiempo, y solos los dejo.
Mi voz y mis sueños se prenden del viento.
Lejos muy lejos.

Me estoy comiendo.
Y así sigo creciendo.
Me estoy pudriendo.
Y así sigo creciendo.

VICTORIA

Y el día en que me vaya,
puños prietos, frente alta,
quieto el cuerpo, el alma salta
cuando acaba la batalla.

Y el día en que me vaya,
queme el trueno, ahogue el agua,
las cenizas sí se lavan
porque la tormenta estalla.

Y el día en que me vaya,
un ocaso, o bien, un alba,
es la risa quien me salva
conquistando la atalaya.

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