sábado, 19 de enero de 2008

Oda a los podridos

Yo fui víctima aciaga del vudú.
Una noche, un haitiano hechicero,
profano, déspota y carroñero,
perturbó mi paz, descanso eterno,
desterrando mi alma del Averno.

Sin voluntad, he sido su esclavo
para su cosecha, gran depravo.
Maldito brujo cruel y negrero,
tú quebraste mi santo sendero.
Hoy soy obra muerta de Belcebú.

Los vampiros, parásitos, hienas.
Las momias, arena, polvo, vendas.
Todos ellos son una leyenda.
Y yo, perro infecto de gangrena.

Lázaro abandonado por Jesús,
deambulo sin ningún derrotero
cuál apestado en el cementerio.
Me alimento de huidizos humanos
que antaño fueron mis hermanos.

Hallo el agrio recuerdo en sus sesos
mientras entierro triste sus huesos.
El purgatorio es mi cautiverio.
En mi pecho brota un agujero
y mis cuencas vacías lloran pus.

Sólo pido una oda a los podridos.

2 comentarios:

  1. Has captado perfectamente la esencia de los reanimados, como nos gusta que nos llamen. Sabes que soy tu fan número uno (y dos, desde que aquella motosierra me partiera por la mitad), y perdona la osadía pero me encantaría que me enviases una loncha de tu cerebro firmada. Te prometo que no la quiero para ninguna guarrada, sólo para lamerla en la oscuridad de mi fosa común.

    Pútridamente suyo,

    Joe "Zumbed Zombie" Perkins

    ResponderEliminar
  2. Me recuerda a cierto poema. "In the desert" de Stephen Crane.

    http://vmlinux.org/ilse/lit/crane.htm

    ResponderEliminar