viernes, 16 de enero de 2009

¿Sigues ahí?

No fue una visita inesperada,
la Rutina siempre saluda discretamente.
Se asomó a través de los bostezos
y pensó en hacernos compañía.

El problema es que hablaba de lo mismo,
por lo que empezamos a deformar sus palabras.
Hasta que no significaron nada
y llegaron a parecer

El ruido blanco del televisor.
Un martilleo impertinente.
Sorbidos, carraspeos, ronquidos.
¡Cállate de una vez!

Ya no hay nada que decirnos,
nos confinaremos en nuestros egos.
Podríamos fingir desconocernos
¿pero cómo ignorar a nuestra invitada?

Se sentaba entre tú y yo
llenando el hueco de la distancia.
Nos ayudó a olvidar el miedo
a cambio de un amor dormido.

Fue la emisaria de monosílabos
que sostenía el silencio con alfileres.
Un conveniente chivo expiatorio
mientras competíamos en reproches.

Al final, incluso Ella se aburrió.
Se marchó dejando en una nota
"Dije que te guardaría en mi corazón,
el latido sordo que percibo al infartarse"

Ahora podemos jugar a la pregunta
que nadie sabe responderse
¿En qué momento
nos acostumbramos a morir?

1 comentario:

  1. Ooohhhhhh... :( Muy triste y muy bello... Me has puesto "así" :(

    Pero uno tiene el poder de vencer la rutina: la imaginación :D Y tú de eso vas sobrada, mi querida sis.

    Un beso enorme,
    Mun

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